sábado, 4 de agosto de 2018

Las logias masónicas



Las logias masónicas






Ahora, necesariamente tenemos que saber lo que es la Masonería, porque fueron las logias masónicas las que en definitiva propiciaron el cambio político y social que nos ha llevado al sistema actual. La palabra masonería proviene de la palabra inglesa “mason” que significa albañil, albañilería o cortador de piedra. 

En francés también quiere decir lo mismo, lo que sucede es que la “s” se escribe con cedilla, aunque se pronuncia igual. Esto significa que antiguamente la masonería eran los gremios de canteros y albañiles que edificaron las catedrales, por eso el símbolo era la escuadra y el compás, y tenía solo tres grados: Aprendiz, Oficial y Maestro. Los Maestros transmitían sus secretos de generación en generación. Sus saberes resultaban muy importantes para la época, ya que dominaban la arquitectura, el arte y la ingeniería de las maravillosas construcciones que nos legaron. 


¿Cuándo los gremios de esta gente noble y honrada se transformaron en las logias masónicas de carácter especulativo que tanto influyeron en la política de los países?


Para responder a esta pregunta nos remitimos a la explicación del investigador Manuel Galiana Ross: “Esto sucedió en la segunda mitad del siglo XVII. El Lord Protector Oliver Cronwell era hijo de un banquero de origen holandés. Este político y militar levantó ejércitos para luchar contra su propio Rey, lo venció y lo llevó a la Torre de Londres para decapitarlo. Para efectuar estas guerras recibió préstamos de los banqueros holandeses, la mayoría eran de origen judío, que eran los que tenían la capacidad de capital para otorgar dichos préstamos. 

Para recibir esta fuerte inyección de dinero, el Lord Protector no solo tuvo que comprometerse a devolver el capital y los intereses correspondientes, sino que también les debió permitir que instalaran sus negocios en Inglaterra –el rey inglés Eduardo I había expulsado a los judíos en 1290–. Una vez instalados en Inglaterra se dieron cuenta de que existían estos gremios de masones, que ya no tenían la importancia de antaño, pero que ofrecían grandes ventajas: no pagaban impuestos y tenían relaciones internacionales de conocimiento profesional. Entonces se adueñaron poco a poco de ellos para dedicarlos a otros fines, pero siempre controlándolos y financiándolos. Es lógico pensar que esos banqueros le cambiaron completamente su funcionamiento, ya que precisamente no tenían una gran debilidad por los trabajos manuales, sino por la contabilidad y los préstamos. A principios del siglo XVIII ya estas nuevas logias masónicas comenzaron a florecer con mucha fuerza”.

Los miembros de la Masonería tradicional –que se dedicaban a la construcción de catedrales e iglesias–, solían viajar por toda Europa buscando trabajo en la ciudad que los precisaba. Esta capacidad de movimiento resultaba una gran ventaja para la época y, tal vez, resultó uno de los motivos por el cual los banqueros se apropiaron de estos gremios. Es indudable que lo único que se mantuvo de la masonería originaria fueron los símbolos, pero se cambió el fin, ya que no era el de construir edificios, sino que era la construcción de un nuevo orden mundial, ellos le llamaron “un nuevo hombre”, por eso se guardaron metafóricamente los símbolos del compás y la escuadra, bien propios de la construcción de edificios. 



¿Cómo está organizada la masonería?
 



Según el Cardenal José María Caro Rodríguez en su libro “Misterios de la Masonería”, la Masonería es una institución que internacionalmente está constituida en grandes logias, también llamadas grandes orientes o incluso se las suele mencionar como federaciones. Cada una tiene un Comité Ejecutivo y un Gran Maestre –una persona que está a la cabeza–, a este se le elige para ese cargo por una asamblea masónica con representantes nombrados anualmente por las logias que forman esa federación o gran logia. Cada logia practica un rito determinado, que generalmente varía según los países en los que se sitúa –por ejemplo, el rito de York, el rito Francés, el rito Escocés Antiguo Reformado, el rito Sueco, etc.–, cada uno tiene sus propias diferencias en la determinación de los grados y sus propios ritos de iniciación. Hay unos grados que son los mismos para todos los ritos y se llaman los iniciáticos o simbólicos, que son Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, que son los que están al pie de la pirámide de autoridad. Después están los grados superiores o filosóficos que varían según el rito, algunos tienen solo 7 grados y otros llegan a 92. Según el miembro vaya ascendiendo de grados conoce más de la filosofía y sabiduría de esta organización, quiere decir que el conocimiento que tiene la Masonería es hermético.

Caro Rodríguez escribió que en determinadas épocas se dejó correr el rumor de que ciertas figuras de gran prestigio de la sociedad eran o habían sido –porque habían fallecido– masones sin haberlo sido, con el objeto de impulsar a entrar en la organización a lo más destacado de la sociedad. Además, se tomó la iniciativa de invitar a entrar en las logias a la gente que pudiese tener una cierta importancia social –no podían entrar personas de los estratos más humildes de la sociedad–, obviamente que esto lo hacían porque su objetivo era alcanzar o influir en el poder.

Algunos destacados masones escribieron que el origen de la Masonería se remontaba al antiguo Egipto y otros a los legendarios Caballeros Templarios. Por este último motivo, ellos explicaban que su objetivo más importante era luchar contra las monarquías y la religión, ya que habían sido las dos instituciones que en el pasado habían terminado con esa orden –una afirmación muy discutible, la principal, y prácticamente única, figura que disolvió a los Templarios fue el Rey de Francia–. 

Lo que sí resulta verdad, y en esto existe una real coincidencia con la Masonería, es que hay evidencias de que los Caballeros Templarios habían abandonado su fe cristiana y abrazado el Luciferismo y la Cábala. Además, hay que hacer notar que fueron los primeros que se dedicaron a las actividades que se podrían considerar como la primitiva actividad bancaria, violando la prohibición católica de la usura, que siempre había sido muy estricta. No obstante, estos supuestos orígenes tan antiguos parecieran ser los mitos que tienen las logias para darse una trascendencia histórica de la que carecían, lo único que está comprobado documentalmente es que su origen se remontaba al siglo XVII y su florecimiento era en el XVIII.


Siempre fue una Institución secreta –ahora la catalogan como discreta–, tal vez por este motivo se habla mucho de ella, pero en verdad se sabe muy poco. Lo que sí parece ser cierto es que tiene una vinculación en los saberes con el conocimiento Talmúdico y Cabalístico –lo que hace más creíble la participación de los banqueros holandeses en su creación y promoción, ya que casi todos eran de origen judío–. El sacerdote José Lehmann, que había sido judío y se había convertido al catolicismo, aseguraba que el origen de la Masonería era judío, por supuesto que no involucraba a todo el judaísmo, sino solo a una parte. El rabino Isaac Wise en el año 1855 decía que la simbología –incluso hay palabras en hebreo–, la organización y los grados de la Masonería estaban tomados de las tradiciones judías y más específicamente de las Talmúdicas –posteriores a Cristo–. 

Su filosofía espiritual entroniza al hombre, así aparece la diosa razón como el elemento que se enfrenta al cristianismo. En definitiva, para los masones, todo lo construye el hombre, es indudable que hay una vuelta a valores paganos. La iglesia siempre condenó a la Masonería, lo cual es lógico porque esta Institución era anticristiana y promovía el laicismo, incluso los católicos que pertenecían a esta organización eran penados con la excomunión.


Conclusiones


Las logias masónicas tuvieron una especial influencia en el aniquilamiento de los sistemas políticos de la época –siglos XVII, XVIII, XIX y XX–, destruyendo a las monarquías –en especial las absolutas–, además atacaron a la Iglesia Católica y Ortodoxa, fomentando en las sociedades el laicismo. Por tanto, no solo se destrozaron estos sistemas de gobierno, sino que en muchos casos se aniquiló el paraguas protector del súbdito que ejercían los reinos e imperios y la Iglesia, que más tarde explicaremos cuáles eran sus aspectos positivos.

No cabe duda que la gran banca de la época estaba detrás de estas organizaciones –las financiaba y por ende las gobernaba–, ya que al destruir los sistemas políticos vigentes se fomentaron los conflictos y guerras –ya sabemos que este es el terreno abonado para esta banca–, por eso la explicación de Manuel Galiana Ross resulta muy creíble. Además, los principales banqueros de la época eran de religión judía –ahora también–, por esto es muy razonable que tuvieran una influencia Talmúdica y Cabalística tan importante. 

Los banqueros, como resulta lógico, estaban interesados en que se destruyesen los sistemas de gobiernos fuertes y difíciles de corromper, que además solían estar muy unidos a la iglesia Católica, pues esta era muy estricta respecto de la prohibición de la usura. Que su origen se remontaba a los Caballeros Templarios es solo un mito propio de esta organización, bien es cierto que no se eligió sin ningún sentido, ya que tienen unas grandes coincidencias en su relación con el conocimiento Talmúdico y Cabalístico, y con su actividad bancaria.

Un aspecto a tener en cuenta de la Masonería es que nunca han explicado claramente su propuesta, es verdad que en determinadas épocas podría haber sido una medida de autodefensa y se podría justificar. Sin embargo, después de varios siglos de existencia no tiene ninguna explicación razonable, excepto que guarden secretos inconfesables, que la ciudadanía, en caso de enterarse, los pudiese rechazar.

Para concluir hay que decir que los famosos ideales que la Masonería propició –libertad, igualdad y fraternidad– resultaban una fachada o publicidad. Si los banqueros estaban detrás de ella, sus verdaderos objetivos propiciarían el negocio bancario, que en último caso siempre nos llevaría al sistema de dinero deuda, en donde ya vimos que le chupan la sangre –económica– a los ciudadanos, comportándose como auténticas sanguijuelas.

En resumen, después de varios siglos de funcionamiento de la Masonería, podemos afirmar que no es una institución de fiar, de lo contrario harían público su filosofía. Además, no parece ir en la dirección de lo que dice su fachada publicitaria: “Libertad, igualdad y fraternidad”, por lo pronto, no aceptan entre sus miembros a personas de las clases más desfavorecidas, por tanto, resulta poco creíble que entre sus objetivos sea luchar por darles oportunidades. Finalmente, existen demasiadas sospechas del financiamiento de los especuladores bancarios, por tanto, también las dirigirían, esta afirmación se verá reforzada en cuanto estudiamos los sistemas políticos y guerras que propiciaron, que, ¡oh casualidad!, coinciden en la dirección de los beneficios de los especuladores bancarios y en la imposición del dinero deuda.







Los Illuminatis



En este estudio no nos centramos en desgranar los acontecimientos desde el punto de vista histórico tradicional, ya que nuestro interés es estudiarlos desde otro ángulo que consideramos fundamental: la financiación. Como ya vimos, en el siglo XVII ya había infinidad de logias masónicas, todas financiadas por banqueros, que estaban integradas por gente que tenía opciones de cambiar el sistema político imperante, por lo tanto, siempre estuvieron compuestas por gente de clase acomodada –Burgueses adinerados, gente de profesiones liberales, científicos, escritores e incluso nobles–.
La orden de los Illuminatis fue creada en Baviera, el primero de mayo de 1776, su supuesto objetivo era oponerse a la influencia religiosa y a los abusos del poder del Estado. Su fundador fue Adam Weishaupt –1748-1830–. El banquero Mayer Amschel Bauer Rothschild, que dijo la frase con la cual comenzamos este estudio –denme el poder de emitir la moneda de un estado y no me importará quien haga las leyes–, fue su financiador y, por tanto, tuvo gran importancia en su dirección. Por este motivo no queda ninguna duda de que el verdadero objetivo de esta logia no era terminar con las supuestas injusticias de la alianza de la Iglesia Católica con los reyes –dirigida y financiada por un banquero especulador resulta lógico imaginar que no tenía ese fin social–. Lamentablemente, esta falsa meta es lo que nos explican los historiadores que se quedan en la cosmética y no van al fondo del asunto. En mi opinión, el verdadero objetivo era la incorporación de más reinos al sistema de dinero deuda y la manera de lograrlo era cambiando los sistemas políticos imperantes por otros más corruptibles –esto va más en concordancia con su dirección y financiación–.


 Es necesario aclarar de que el fundador, Adam Weishaupt, era profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica de la universidad jesuita de Ingolstadt. Había nacido en el seno de una familia judía, cuyo padre había sido el rabino George Weishaupt. A la edad de cinco años había quedado huérfano y había sido criado por su tío, un judío converso al catolicismo que era director de un colegio Jesuita. A pesar de esto, él, con el tiempo, renegó de su catolicismo y mostró un notable repudio hacia los Jesuitas.
Esta secta secreta tenía un fundamento racional muy radical, muy propio de la época, que negaba al cristianismo y en política eran anarquistas, desde el punto de vista teológico eran luciferinos. Sus objetivos y funcionamiento eran prácticamente iguales a la Masonería, aunque bastante más radicales. También tenían como fin, según el historiador Paul Koch, infiltrar la Masonería –incluso lograr poner miembros de los Illuminatis para seleccionar a las personas que entrarían en los grados inferiores de la Masonería– y a los Jesuitas, para confluir en el aniquilamiento de las monarquías y la Iglesia Católica.


La orden fue prohibida por el Príncipe Elector bávaro Carlos Teodoro en 1784 –según el historiador Paul Koch fue por una felonía de uno de sus miembros–, pues consideró que ejercía alta traición y era enemiga de la religión –en ambos casos resultaba obvio–. A consecuencia de esta prohibición se produjeron registros domiciliarios y confiscaciones que confirmaron estas acusaciones. Los miembros fueron perseguidos y perdieron sus puestos en la administración del Reino, la mayoría fueron desterrados, entre ellos Weishaupt, pero ninguno fue encarcelado ni ajusticiado.
La orden continuó funcionando en la clandestinidad, ya que la proscripción formal no implicó la desaparición de facto. La prueba de esto fue que, según Paul Koch, con posterioridad a la prohibición, en 1785, le enviaron un libro a Robespierre, escrito por uno de los socios de Weishaupt, Xavier Zwack, y enviado por correo desde Francfort –casualmente la ciudad en donde vivía Rothschild– a París. En donde planificaron lo que cinco años después sería la Revolución Francesa. Sin embargo, en el camino, el correo, junto a su caballo, fueron alcanzados por un rayo que los mató y el libro fue descubierto por la policía y entregado a las autoridades de Baviera. Estos mandos enseguida se dieron cuenta de que este texto era una amenaza muy real de unas personas muy influyentes que no dudaban en utilizar las guerras y revoluciones para lograr sus fines políticos.

Por lo tanto, se intensificó la persecución de estos hombres y se avisó a las autoridades francesas, que lamentablemente no tomaron esta denuncia en consideración y cuatro años después los revolucionarios efectuaron la Revolución Francesa. Esta sublevación fue el primer derrocamiento de una monarquía europea efectuada por políticos que pertenecían a las logias masónicas, por consiguiente, financiados por los banqueros especuladores que ya habían puesto en funcionamiento la gran estafa del dinero deuda en Inglaterra.



El historiador argentino Paulo Allegretti –Universidad de Mendoza– plantea que luego de la disolución formal una gran parte de los Illuminati de Baviera emigraron a los EEUU y continuó funcionando en la clandestinidad, y allí fueron formando diversas logias, entre las que destaca: The Orthers, School and Bones –creada por William Huntington Russell, que viajó a Alemania y también se reunió con exmiembros de los Illuminatis, que se supone le influyeron, y en cuanto regresó a los EEUU fundó la orden– y la gran logia Rockefeller, todas con carices luciferinos.
Weishaupt, a pesar de que se proscribió la orden, siguió en comunicación con importantes líderes de la Revolución Francesa, como Robespierre y el Barón de Lafayette. Como dato curioso reseñamos que también tuvo comunicación epistolar con el polémico escritor: el Marqués de Sade. Cuando Weishaupt murió en 1830, ya había comprobado el éxito de su iniciativa –Revolución Francesa, aniquilamiento del Imperio Español y Revolución de los EEUU–.

No hay comentarios:

Publicar un comentario