jueves, 18 de octubre de 2018

La Aniquilación del Imperio Ruso





 

Consideraciones previas

No es mi intención herir sensibilidades políticas al hablar de este tema, mi objetivo no es atacar a ninguna ideología en concreto, sino investigar y ver quién está detrás de estas; finaciándolas y tratando de manipularlas o valiéndose de ellas. No siempre estas actividades siniestras de los poderosos las conocen los simples simpatizantes o admiradores de determinadas ideas políticas, sin embargo, considero que es necesario conocerlas con el objeto de estar alerta y lograr luchar contra todos estos personajes ocultos y poderosos. Para este fin debemos ambicionar abrir nuestra mente, intentar razonar y ver todos los puntos de vista, aunque en determinados aspectos puedan exponer algo que no nos guste. Uno de los ejercicios más útiles para luchar contra las mentiras que nos repiten mil veces todos los días para inhibirnos a razonar y analizar los temas es justamente estudiar los hechos viendo su razonabilidad.

En mi opinión las distintas sociedades de todos los países están divididas en por lo menos dos ideales políticos que son irreconcialiables. La suerte es que en la mayoría de las naciones estos enfrentamientos ideológiocos no se dirimen por la fuerza. Ahora es cuando debemos empezar a razonar: ¿tiene sentido que las sociedades estén divididas en dos grupos irreconcialeables? Yo creo que no, ya que la gran mayoría de una sociedad tiene los mismos intereses y demandan soluciones similares.

Si nos ponemos a analizar las posturas políticas entre los supuestos rivales que se enfrentan con tanta saña, nos damos cuenta de que no son tan diferentes, por ejemplo, hay dos ideas económicas que no las discute nadie: el globalismo y el dinero deuda. ¿No será que nos han dividido artificialmente para que los políticos simulen que se pelean y nosotros nos pongamos detrás de unos y en contra de otros, y mientras tanto esos poderes enormes y ocultos que tienen unos intereses antagónicos a los nuestros se llevan su enorme tajada? Probablemente estos estafadores que se apropian de nuestras riquezas tienen un objetivo común  a los políticos, ya que la discusión política y la división de la sociedad garantiza que haya más políticos dedicados a la función pública. 

Finalmente me surge una pregunta que me daría risa si no fuera tan serio el tema –nos están esclavizando y quitando nuestra riqueza–: ¿Y si el sistema demócratico es una invención que sirve para fomentar la división de una sociedad que en circunstancias normales debiera estar unida? Esta división implicaría que la casta poítica esta integrada por más personas que las que debiera, sin que por este motivo se garantice un mejor gobierno –probablemente sea lo contrario– y de paso beneficia a los que manejan las finazas que como sanguijuelas se adhieren al Estado para chuparle todas las riquezas mientras los políticos y sus seguidores se la pasan discutiendo sobre temas que no son el meollo del asunto. Es un tema muy confilictivo, pero, a su vez, muy importante, y que los que lideran la opinión en los países –periodistas de radio, televisión y periódicos– nunca tocan. ¿Por qué será?



La Revolución

El Imperio Ruso fue aniquilado por los Bolcheviques –el partido comunista ruso que lideraba Lenin–, no fue un golpe fácil, ya que terminó en una cruenta guerra civil. Un tema que llama la atención y hay que considerarlo, es que la Rusia de aquellos años estaba participando en la Primera Guerra Mundial y otros imperios que también estaban inmersos en este enfrentamiento también fueron destruidos –el Otomano y el Austrohúngaro–. ¿Habrá sido una casualidad o estaba planificado?

"Soldados de la Revolución" de Vladimir Kholuyev


Los motivos que los historiadores esgrimen por el cuál se dio el golpe Bolchevique son variados, pero el que se considera más importante era que la población rusa rechazaba la participación del Imperio en la Primera Guerra Mundial y los Bocheviques se habían comprometido para lograr la paz al precio que fuera –realmente les salió muy caro–. Los Bolcheviques comenzaron este golpe de estado en la ciudad de Petrogrado –la capital del Imperio– desbancando al gobierno provisional de Kerensky, que había hecho lo propio con el Zar Alejandro en febrero de ese mismo año.

Siendo fieles al modo de investigación de este blog, no podemos considerar que estos levantamientos son movimientos espóntaneos de la población, sencillamente porque esto es imposible. Hay una máxima que debemos recordar siempre: para que un golpe de estado tenga éxito es necesario que esté siempre bien financiado, pues se precisan armas, pertrechos, dinero para pagar a los revolucionarios y a los traidores. 

En definitiva las asonadas siempre resultaron muy caras y detrás de ellas siempre estuvieron los de siempre: los que poseían el dinero y lo querían invertir para obtener todavía más dinero y poder. Visto de esta manera los golpes de estado, como las guerras, son una inversión que cuando culmina bien es muy rentable, pero que las pérdidas no son solo económicas, si no que lamentablemente se cuentan en sangre derramada. Para saber la verdad de esta revolución lo primero que deberíamos estudiar es la financiación del golpe Bolchevique que aniquiló al Imperio Ruso, ya que precisó de mucho dinero, no solo porque cualquier asonada lo precisa, si no porque en este caso derivó en una cruenta guerra civil.

 
La financiación de Lenin

Lenin estaba en suiza cuando estalló la Revolución de Febrero de 1917 y había estado fuera de Rusia –en Europa occidental– desde que había sido exilado por intentar derribar al Zar en la infructuosa Revolución comunista de 1905. Nótese que se repetía la misma situación: el Imperio Ruso estaba en guerra y el golpe aprovechaba esta situación –muy semejante a la caída del Imperio español. ¿Una casualidad o una planificación?–. El mismo Lenin explicó que el golpe de 1905 había sido un ensayo, ¿acaso entre las cosas a mejorar estaba una mayor financiación?

El gobierno provisional surgido de la Revolución de Febrero dictó la amnisitía general para los comunistas y otros revolucionarios exilados desde 1905, por tanto, los Bolcheviques en el momento que el zar abdicó no eran una fuerza decisiva. Tampoco llegaron al poder porque las masas oprimidas de Rusia los llamaran de vuelta –ya vimos que esto nunca sucede–, sino porque hombres muy influyentes de Europa y los EEUU los ayudaron a regresar a su tierra con el objeto de que se apropiaran del poder –esto es más habitual–. No hay que asombrarse, como ya hemos expuesto lo normal es que las masas no reclamen espontáneamente a ningún partido o líder político. Generalmente hay que impulsar el oportuno convecimiento del pueblo y cuesta mucho dinero –los cabecillas son caros–, en estas circunstancias existen las personas que aportan el dinero necesario para lograr este objetivo.

Según Miguel Pedrero en su libro “Corrupción, las cloacas del poder”, Lenin fue enviado a través de la Europa en guerra en el famoso “tren sellado”, acompañado de 32 revolucionarios. Este político levaba consigo algo así como –según explica Pablo Dávoli– unos 10 millones de dólares en oro –otros autores como Miguel Pedrero, hablan de unos seis millones de dólares–. Todo fue arreglado por el alto mando alemán y el banquero Max Warburg, cuyo contacto con Lenin se hizo a través de un socialista de toda la vida: un hombre muy rico llamado Alexander Helphand, alias “Parvus”.

Esta operación llama mucho la atención, pues los alemanes también tenían problemas con el partido comunista del propio país, que estaba muy ligado a los bolcheviques. Concretamente los comunistas alemanes estaban perjudicando al esfuerzo de guerra alemán con huelgas violentas y duras –incluso en la fabricación de armas y pertrechos para el ejército del país–. Por este motivo esta maniobra era muy arriesgada y, según diversos autores, la hicieron sin el consentimiento del Kaiser, o, por lo menos, fue engañado. Este plan fue llevado adelante por el Ministro de finanzas Walter Rathenau, un hombre muy rico de ascendencia judía y muy relacionado con el otro artífice del plan: el banquero Max Warburg –principal fuente de financiación– y a estos se le sumó el contacto Parvus. No sé si será importante, pero estos dos últimos impulsores de este plan, también eran de ascendencia judía.

Para empezar la investigación vamos a ver quienes eran estos tres personajes. Walter Rathenau era el hijo de un rico empresario judeo alemán, Emil Rathenau, que era presidente y fundador de la Sociedad General de Electricidad –AEG–. Era de ascendencia judía y no se consideraba sionista, es más propiciaba la integración de los judíos en Alemania, por tanto, se podría decir que tenía un sentimiento nacionalista alemán. Firmó en 1922 el tratado Rapallo, un acuerdo entre Alemania y la URSS de amistad –a pesar de ser un rico empresario, parecía tener muchas ganas de llegar a acuerdos con los comunistas rusos–. Lo asesinaron unos jóvenes nacionalistas alemanes en 1922.

Max Warburg fue el financiador, era el presidente del Consorcio Bancario Warburg en Alemania y Holanda. Esta firma bancaria había establecido relaciones a mediado del siglo XIX con la rama inglesa de los Rothschild –el banco de los Warburg había quebrado y había sido reflotado por los Rothschild para convertirse en la principal casa financiera de Alemania, por tanto, se podría razonar que eran agentes de los Rothschild–. A su vez era hermano y socio de Paul Warburg, que fue el miembro más destacado de la reunión en la isla de Jekyll en la que se redactó el acta de la Reserva Federal en 1910 –ver entrada del 6 de julio–. Su hermano Paul Warburg estaba casado con Nina J. Loeb, hija de Salomon Loeb, el fundador de la firma de inversiones Kuhn, Loeb & Co. Su otro hermano y socio se llamaba Felix Warburg, quien también se había ido a los EEUU y estaba casado con Frieda Schiff, la hija de Jacob Schiff, presidente de la firma Kuhn, Loeb & Co. Max Warburg fue uno de los fundadores del banco Commerzbank y participó en la delegación alemana que firmó el tratado de Versalles –el acuerdo de paz de la Primera Guerra Mundial–.

Parvus fue el intermediario que ayudó a contactar a Lenin con Max Warburg, ya que tenía una relación cercana con Lenin, pues ambos se conocían por haber colaborado en el periódico Iskra, un diario político de los emigrantes socialistas rusos. Había nacido en Bielorrusia, también de origen judío, fue un furibundo socialista revolucionario de tendencia de extrema izquierda. A los 19 años se había establecido en Basilea para estudiar en la universidad. Aquí contactó con Rosa de Luxemburgo y se unió al Partido Social Demócrata alemán, en el ala más izquierdista. También conoció a Trosky y tuvieron una relación muy fluida durante bastante tiempo. Entonces comenzó su carrera poítica y periodística, escribiendo para varios periódicos de tendencias de izquierda. Incluso intentó fundar sus propios diarios. 

También publicó un diario con Trosky llamado “El comienzo”, sin embargo, todas sus empresas editoriales fracasaron económicamente. Un dato curioso a tener en cuenta es que tuvo un litigio con el escritor Maxim Gorki que casi terminó en los tribunales. Después de 1910, comenzó a convertirse en un importante hombre de negocios, fue asesor de comerciantes rusos y armenios. Intervino en negocios propios de la guerra búlgara otomana –1912 y 1913–, en donde se hizo enormemente rico, se cree que con el tráfico de armas. Al comenzar la Primera Guerra Mundial era muy rico y los alemanes aprovecharon sus fabulosos contactos con los otomanos para utilizarlo –obviamente que sus servicios fueron muy bien remunerados–. En esta época sus tendencias políticas eran de izquierda, pero bastante más moderadas que antaño. 
 

La financiación de Trosky

Trosky en 1917 también estaba en el exilio y era reportero del diario comunista “El Nuevo Mundo” de un barrio bajo de Nueva York. Trosky también había estado muy relacionado con Parvus a principios del siglo XX en su exilio en Munich y Helpand lo había influido ideológicamente –recordemos que era doce años mayor que el ruso–.

Trosky regresó a Rusia a bordo del “S. S. Christiania” el 27 de marzo de 1917 y lo hizo rodeado de de 275 revolucionarios con mucho dinero y armas. El capital para su financiación había sido aportado por Jacob Schiff, el socio principal de Kuhn, Loeb & Co. Un artículo del N. Y. Journal American del 3 de febrero de 1949, contaba: “hoy el nieto de Jacob, John Schiff, estima que su abuelo gastó 20 millones de dólares por el triunfo final del Bolchevismo en Rusia”.
La primera escala del viaje en barco de regreso a Rusia de Trusky fue en Halifax –Canadá–. Aquí fue apresado por las autoridades junto a sus compañeros y el dinero. Para el gobierno canadiense esta fue una actitud muy lógica, ya que se sabía que si los bolcheviques tomaban el poder en Rusia, se detendría lo que el Partido llamaba “guerra imperialista” y pedirían una paz por separado con Alemania. Esto dejaría libre a millones de soldados alemanes para ir al frente occidental, donde combatían a los aliados –de los que formaban parte los canadienses–.

Trosky estuvo en prisión unos días, después, de improviso, los británicos –a través del futuro socio de Kuhn, Loeb & Co., Sir William Wiseman– y los EEUU –a través del asesor del presidente Wilson, el obicuo Coronel House– presionaron al gobierno canadiense para que lo dejara en libertad y lo liberaron, llegando a Rusia con sus 275 revolucionarios, el dinero, las armas y su pasaporte americano. Hay que recordar que en esta época y a pesar de sus vaivenes, se consideraba que Trosky estaba más cerca de la facción Menchevique del Partido Socialdemócrata, que de los Bolcheviques –cuando el Partido se había dividido, él había optado por los Mencheviques, sin embargo, más tarde había comenzado a tener una posición más independiente–, aunque tuvo el tino de no manifestar su preferencia en cuanto llegó a Rusia.

Toda la información de la financiación también fue confirmada por un importante general del Ejército Blanco, llamado Arséne de Goulevitch, en su libro “Czarism and the Revolution”. Además, el mismo Jacob Schiff había declarado públicamente en abril de 1917 que había sido gracias a su aporte finaciero que la Revolución en Rusia había tenido éxito. Por si todo esto resultara insuficiente, el profesor Sutton tuvo acceso y lo publicó, al Expediente 86100/5339 del Departamento de Estado de los EEUU, aquí el mismo Jacob Schiff confesaba una vez más que la Revolución de 1917 habia tenido éxito gracias a su financiación.

La financiación de los Bolcheviques estaba en manos de un sindicato de banqueros internacionales que, además del grupo Schiff-Kuhn, Loeb &Co.-Warburg, incluía los intereses de Morgan y Rockefeller –según el Washington Post del 2 de febrero de 1918, la Organización Morgan había aportado por lo menos un millón de dólares–. Además, según el autor Spence en “Agendas ocultas”, existe un archivo en el Departamento de Estado de los EEUU, fechado el 13 de noviembre de 1918, que afirmaba que no cabía ninguna duda de que la firma Huhn, Loeb & Co. y sus socios financiaron a la Revolución Rusa –incluso explica que la diseñaron–. Este informe también confirma que Max Warburg había financiado a Trosky e involucra a unos actores que veremos más adelante: Olof Achberg y su banco “Nya Banken” de Estocolmo.

Esta relación entre todos estos importantes banqueros venía desde hacía mucho tiempo y se había intensificado con el tiempo formando un auténtico clan –lo vimos en la entrada que explicamos la creación de la Reserva Federal–. Así cuando en 1857 el banco Warburg de Hamburgo estaba a punto de colapsar, según el autor Niall Ferguson, los Rothschild le entregaron grandes sumas de dinero. A partir de este momento, MM Warburg Bank y sus asociados operaron efectivamente como agentes de los Rothschild, entonces este banco pasó de ser una pequeña oficina con un puñado de trabajadores a convertirse en uno de los bancos más grandes e importantes de Alemania, destacándose en la financiación de las guerras. Los Morgan eran agentes de los Rothschild desde fines del siglo XIX y todos estos financieros –los Warburg, los Rothschild, los Kuhn, los Loeb, los Rockefeller y Jacob Shciff– estaban asociados desde el año 1913 en un banco central de su propiedad: la Reserva Federal de los EEUU –además habían conspirado junto a determinados políticos para su creación, ver entrada del 6 de julio–.

Indudablemente la financiación de Max Warburg a Lenin y Trosky podía responder a una actuación de patriotismo, al ser parte del bando alemán en la guerra –en mi opinión estos banqueros no respondían a ningún sentimiento de patria, ya vimos como funcionaban como un auténtico cartel y estaban en diferentes países, que casualmente estaban en guerra–, pero si esto era así, ¿Qué podíamos decir de la financiación de los banqueros que estaban en EEUU e Inglaterra? Indudablemente no podía responder a la misma actuación de patriotismo, pues en teoría, defendían a otros intereses. Ya hemos dicho que estos banqueros funcionaban como un cartel que defendían sus propios beneficios, sin embargo, llama la atención que diversos políticos se plegaran a sus intereses y actuaran en contra de sus propios países –por lo menos de sus compatriotas que combatían–, como hemos visto en la liberación de Trosky en Canadá, en la que influyeron el Coronel House –no era un político cualquiera, es más era el principal asesor del presidente Wilson y algunos autores creen que era el que realmente gobernaba–  y el británico Sir William Wiseman.

También llama la atención de que los más financiados fueron Trosky y Lenin, que en ese momento parecían encontrarse en dos facciones diferentes –Mencheviques y Bolcheviques–. Aunque, en cuanto comenzó la Revolución Rusa, el primero se pasó a los Bolcheviques. ¿Acaso en este acercamiento tuvo algo que ver la fuerte relación de ambos con los banqueros de Wall Street? ¿Y Parvus? ¿Qué papel desempeñó? Indudablemente resultó muy importante, por la amistad e influencia que tenía sobre Lenin y Trosky, y por las conexiones que poseía con la gran banca –Parvus fue un comunista muy llamativo; fracasó en todos los emprendimientos privados relacionados con la edición de libros y periódicos, sin embargo, se hizo inmensamente rico con actividades de intermediación comercial en el Imeprio Otomano, incluso algunos autores dicen que se dedicó al tráfico de armas–.

La pregunta que finalmente se impone es: ¿Por qué los amos del dinero de Wall Street financiaron a un partido que teóricamente sostenía que su propia existencia estaba basada en despojar de sus fortunas a hombres como los que los finaciaban? Es un contrasentido que habría que investigar y no resulta una tarea fácil, ya se sabe que las estafas –y esto tiene toda la pinta de serlo– se basan en que hay una información oculta a la mayoría que conocen unos pocos y que va en su beneficio. Considerando que los banqueros no son tontos –son demasiado listos–, se puede intuir que este apoyo implicaba algún tipo de acuerdo que les deparaba grandes beneficios.

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