lunes, 25 de marzo de 2019

¿Por qué empezó la primera guerra mundial?

La Primera Guerra Mundial

Soldados canadienses durante la Primera Guerra Mundial

El motivo más aceptado por la Historia lo resume Wikipedia: “Aunque el imperialismo que venían desarrollando las potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del conflicto se produjo el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, a manos de Gavrilo Princip, un joven nacionalista serbio. Este suceso desató una crisis dipómatica cuando Austriahungría dio un ultimátum al Reino de Serbia y se invocaron distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de décadas anteriores. En pocas semanas todas las potencias estaban en guerra y el conflicto se extendió a muchas otras áreas geográficas”.

“El 28 de julio, los austrohúngaros iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de Serbia. Mientras Rusia se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado neutral, y a Luxemburgo en su camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al Reino Unido a declararle la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los franceses a pocos kilómetros de París y se inició una guerra de desgaste en la que las líneas de trincheras apenas sufríeron variación alguna hasta 1917. Este frente es conocido como Frente Occidental”.

“En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias frente a los austrohúngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, la Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y los EEUU en 1917”.

Vamos a efectuar unas aclaraciones a lo enunciado por Wikipedia: el archiduque Francisco Fernando de Austria era el heredero del trono. La organización guerrillera a la que pertenecía Princip estaba armada, organizada y dirigida por los Servicios Secretos del Reino de Serbia. Antes de que Austríahungría invadiese el pequeño Reino de Serbia el 28 de julio, se había asegurado el apoyo alemán. Al día siguiente, Rusia ordenó la movilización de los ejércitos preparándose para la guerra. Más tarde, pero aún ese mismo 29 de julio, el Zar canceló la orden al recibir un telegrama del Kaiser alemán en el que le rogaba de que no movilizara el ejército. Sin embargo, el 30 de julio, el Estado Mayor Ruso logró persuadir al débil Zar para que reanudara la movilización. El 31 de julio, el embajador alemán en San Petesburgo entregaba al Zar la declaración de guerra, tras ello, el Zar rompía a llorar saliendo precipitadamente de la habitación.

Wilhelm II y Nicholas II a bordo del Yate Imperial en 1907

El 1 de agosto de 1914, comenzaron las hostilidades ruso-germanas. Un día más tarde, Alemania exigió a Francia su neutralidad y se encontró con una dura respuesta de París, que a su vez ordenó la movilización general. El 3 de agosto de 1914, Alemania declaraba la guerra a Francia, invadiendo a Bélgica con sus tropas para atacar a Francia desde el norte. Entonces el 4 de agosto, Inglaterra declaraba la guerra contra Alemania, invocando su compromiso de protección de la neutralidad belga.

Obviamente que toda esta locura debe tener una explicación que con estos pretextos no se entiende, para intentar acercarnos a la verdad, vamos a ver quiénes ganaron dinero con la Primera Guerra Mundial, por este camino siempre suelen salir a la luz más argumentos, esperemos que sean los verdaderos.

¿Qué situación financiera tenía Inglaterra en esa época?

Antes que nada debemos recordar que en diciembre de 1913, se había creado la Reserva Federal (ver entrada del 6 de julio) en los EEUU, que era un banco privado que tenía el monopolio de emitir dinero en el país con el sistema de dinero deuda y que un cartel de banqueros privados eran los dueños. La agencia de la Reserva Federal más poderosa era la de Nueva York y, según J.W. Mc Callister, los dueños eran: los Goldman Sachs, Rockefeller, Lehman, Loebs, Kuhn, Morgan, los Rothschild, los Warburg, los Lazards y los Israelí Moisés Seif.

Vamos a analizar unos documentos de uso interno del gobierno británico, que han salido recientemente a la luz pública. En enero de 1914, el Ministro de Hacienda, Lloyd George, había pedido a Sir George Paish, uno de los máximos responsables del Tesoro, que iniciara una exahustiva investigación sobre las reservas de oro del Estado Británico. Desde 1870 la Libra Esterlina y la City Londinense (el Banco de Inglaterra también era desde 1694 un banco central privado que también tenía el monopolio de emitir la Libra británica con el sistema de dinero deuda, ver entrada del 12 de julio) representaban el eje central del sistema financiero y monetario mundial, al igual que el dólar y Nueva York lo son desde 1945, tras el Tratado de Bretton Woods

La libra inglesa es la moneda en uso más antigua del mundo
El informe confidencial de Sir George Paish revela la opinión oficial existente en Londres en esas fechas, dice así: “Otra influencia que favorece la reforma bancaria es el creciente poder comercial y bancario de Alemania y nuestra preocupación cada vez mayor de que las reservas de oro de Londres puedan ser saqueadas al inicio o incluso antes de un gran conflicto entre los dos países”. En su informe, Paish, mencionaba la progresiva sofisticación de los grandes bancos comerciales alemanes a partir de la crisis de los Balcanes (1911-1912), que les había llevado a incrementar sustancialmente sus reservas de oro. También advertía que cualquier retirada súbita de fondos fuera de Londres, “podría impedir seriamente la capacidad de la Nación a la hora de obtener el dinero necesario para afrontar una gran guerra”.

El 22 de mayo de 1914, otro alto funcionario del Tesoro Británico, Basil Blackett redactó para Lloyd George otro informe confidencial sobre el tema del “efecto de una guerra sobre nuestras reservas de oro” que es asimismo revelador. “Es totalmente imposible de predicir con claridad los efectos de una guerra general en Europa, en la que la mayor parte de los países del continente, incluída Inglaterra, estuvieran implicados y en la que solo Nueva York, de entre todos los mercados monetarios mundiales (asumiendo la neutralidad de los EEUU) pudiese aún suministrar el oro necesario desde fuera de la contienda”. Sin embargo, hay otra carta aún más sorprendente, si se la considera a la luz de ir a la guerra el 4 de agosto, es una carta de Sir George Paish a Lloyd George: “y es de vital importancia tomar las medidas necesarias para reparar el daño sin demora alguna… es evidente que no podemos confiar en financiar una gran guerra si desde el principio nuestras casas bancarias están sumidas en la banca rota”.

Inglaterra no tardó en jugar sus cartas. Desde 1870 su más importante mercado de inversiones había sido los EEUU. En octubre de 1914, el Gobierno Británico enviaba un representante suyo a la América neutral con el fin de preparar la compra de material militar y otros géneros. En enero de 1915, cuatro meses después de empezar la contienda, el Gobierno Británico nombró agente exclusivo de todas las compras militares en los EEUU a una Casa privada de NuevaYork: la Morgan Co. Al mismo tiempo, Londres se convirtió en fiador de todas las compras efectuadas en los EEUU por sus aliados (rusos, italianos y franceses). La totalidad de esta enorme carga tuvo un efecto devastador en las finanzas británicas y el papel de la Casa Morgan y la comunidad financiera de Nueva York comenzó a cambiar pasando de la posición de inversor pasivo a la autoridad de gobernante en ejercicio de su contrato fiduciario.

El negocio de la Casa Morgan en la guerra


La compra de todo tipo de armas, municiones y otros productos, fue en consecuencia coordinada por la banca privada Morgan a través de su agencia londinense, la Morgan, Greenfell Co., cuyo socio, E. C. Grenfell, era al mismo tiempo el director del Banco de Inglaterra (cuyo dueño principal eran los Rothschild y Morgan no solo era asociado a estos banqueros, sino que también pertenecía al Holding, ver póxima entrada) y amigo personal del Ministro de Hacienda, Lloyd George. La agencia parisina de esta Casa bancaria, Morgan, Harjes Cie., completaba este vital círculo de la finanza internacional Morgan. El agente americano de la Alianza (Morgan) se convirtió en el árbitro que decidía las firmas americanas con capacidad de obtener los contratos de abastecimiento destinados a los principales países europeos en su guerra contra Alemania. Compañías como Du Pont Chemicals, los fabricantes de rifles, Remington y Wincheser recibieron un trato a favor de la Morgan Co. y se convirtieron enauténticos gigantes.

En el medio oeste americano se crearon enormes empresas de comercialización de cereales para alimentar a los clientes europeos de la Morgan Co. (ver las opiniones al respecto muy clarificadoras del general Smedley Butler en la entrada del 15 de setiembre) Este banco llegó a encontrarse en una situación sin precedentes , más aún si se tiene en cuenta que en aquellos años el Presidente de los EEUU, Wilson profesaba la más estricta neutralidad. Sin embargo, esta neutralidad era puramente verbal, ya que millones de dólares, equipo militar y créditos alimenticios estaban destinados a ir a la Gran Bretaña durante los años venideros. Solamente por ser el agente de compras, la Morgan Co. recibía una comisión del 2 % sobre el precio neto de todos los bienes enviados.

No cabe duda de que todo esto era una flagrante violación de las leyes internacionales sobre la neutralidad. Según las mismas, las partes beligerantes no podían establecer bases de abastecimientos en los países neutrales. En un momento dado, el Banco de Morgan fue objeto de una sensacional investigación en la que fue acusado de dar preferencia a pedidos relacionados con empresas vinculadas a sus propios socios. Debe tenerse en cuenta que desde el año 1917 el Ministerio de Guerra Británico hizo pedidos , mediante su intermediario la Morgan House, que totalizaron más de dos mil millones de dólares (esta cantidad no incluía los préstamos directos concedidos por la Morgan y el círculo de financieros de Nueva York a países como Gran Bretaña, Francia, etc).

En 1915, el Secreto del Tesoro, Mc Adoo, logró convencer al Presidente Wilson, quien estaba bastante nervioso al respecto, de que todos esos préstamos privados eran necesarios para mantener las exportaciones americanas. Entre los años 1913 a 1915 las exportaciones norteamericanas a Gran Bretaña crecieron un 68 %. En 1917, justo en la víspera de la entrada de los EEUU en la guerra, los poderes de la Entente habían recibido 1250 millones de dólares en créditos, gracias a los esfuerzos privados de la Morgan, el City Bank y otras grandes Casas de Nueva York, que a su vez controlaban la Reserva Federal de esa misma ciudad.

El ingreso de los EEUU en la guerra

En enero de 1917, cuando Rusia estaba en la pobreza más absoluta y a punto de sucumbir, cuando Francia estaba al borde la bancarrota, y cuando la Libra Esterlina estaba pendiente de un hilo, Morgan y la comunidad financiera neoyorquina, con la ayuda del Servicio de Inteligencia Británico, viendo que no había otra manera de recuperar sus inversiones, empezaron a dar los pases que prepararían la intervención estadounidense en la Guerra Europea contra Alemania. De no ser así, Morgan y la Gran Bretaña se hubieran enfrentado a la ruína finaciera en los comienzos de 1917. El general Ludendorff y su proclamación de la guerra submarina proporcionaron la excusa necesaria (hundimiento del trasatlántico Lusitania).

Respecto al hundimiento del Lusitania, según el autor Anthony Sutton, la comisión de investigación británica fue otorgada a Lord Mersey, y recibió instrucciones del gobierno británico de que el capitán Turner (el patrón del barco) fuera el principal responsable a culpar del desastre. Entonces Lord Mersey cumplió con su deber (siguió las instrucciones del gobierno británico y culpabilizó al capitán Turner), pero luego dimitió, rechazando sus honorarios y a partir de ese momento rechazó encargarse de más comisiones de investigación. A sus amigos Lord Mersey les diría que el caso del Lusitania había sido un “trabajo sucio”. 

Una vez que EEUU le declaró la guerra a Alemania el 2 de abril de 1917, la comunidad financiera de Nueva York, con el soporte vital de Benjamín Strong (Gobernador de la Reserva Federal de Nueva York), emprendió la más ambiciosa operación financiera conocida en la historia de la humanidad. Si el 23 de diciembre de 1913, Wilson no hubiera conferido el carácter de Ley a la creación de la Reserva Federal (bajo la insistencia de Morgan) cabría preguntarse si los EEUU se hubieran involucrado en la Guerra Europea e incluso si los Británicos habrían tenido la audacia de culpar a los imperios continentales del inicio de la guerra y entrar en la misma.

Dado que desde 1917, la Reserva Federal organizaba los préstamos y bonos necesarios para financiar los costos militares del Tesoro Americano, el 30 de junio de 1919 los Bonos del Tesoro Americano vendidos a través de los servicios de inversiones neoyorquinos de la Morgan y sus socios ascendían a más de 21.478 millones de dólares. No debe olvidarse de que Morgan seguía percibiendo sus comisiones.

En 1920, uno de los socios de Morgan, Thomas W. Lamont, se declaraba satisfecho al analizar el resultado de los cuatro años de guerra: “La deuda nacional mundial se ha incrementado hasta los 210.000 millones de dólares, habiéndose incrementado un 475 % en seis años. De esta manera, podemos afirmar que se ha multiplicado enormemente la variedad de los bonos del gobierno y el número de inversores . Estos resultados son evidentes en todos los mercados de inversión mundiales, pero más en los EEUU que en ningún otro lugar”.

Arreglos financieros en el tratado de paz

Podría afirmarse, utilizando la terminología de Hugo Grotius, quien definía a las guerras como justas e injustas, que ninguno de los gobiernos de los principales países en la contienda de 1914 podía arrogarse la justicia. Cada uno de ellos hacía al otro responsable de la guerra y todos perseguían un cierto tipo de objetivos imperialistas. No obstante, si esta era la situación al inicio y durante la ejecución de la enorme carnicería, las condiciones que las fuerzas victoriosas impusieron sobre los imperios derrotados, Alemania en especial, las excedían en la injusticia más grosera.

Tras cinco años de desastre, tanto Inglaterra como los poderes continentales europeos estaban en la ruína. Sin embargo, Wall Street y sobre todo la Morgan no dudaron ni un instante de aprovecharse al máximo de las circunstancias. Los hombres de Morgan, en especial Lamont y el agente de la Morgan en Wall Street, Bernard Baruch, se sentaron a la mesa del llamado Congreso de Versalles para las indemnizaciones de guerra, con la intención de “presentar factura”. Y así lo hicieron. Se constituyó una misión permanente de estudio de las indemnizaciones de guerra cuyo fin era calcular la cantidad exacta que la desolada Alemania de 1919 tendría que pagar.

En 1922, un joven abogado de Wall Steet que había participado en las negociaciones de Versalles, John Foster Dulles, explicaba la posición de la Casa Morgan en la nueva revista de esta firma “Asuntos Extranjeros”, la explicación era de una simplicidad brutal, él dijo: “No puede haber guerra que no tenga pérdidas. Las pérdidas se miden como deudas. Las deudas aparecen de varias maneras: internas, indemnizaciones, entre los aliados, y están por lo general constituidas por bonos o acciones”. Dulles calculó que a Inglaterra, a Francia y a sus aliados, se les debía 12.500 millones de dólares a un interés del 5%. Por otro lado, la Comisión de Indemnizaciones de Guerra en Versalles estimaba que Alemania debía a los aliados la suma de 33.000 millones de dólares. Morgan y el consorcio internacional de banqueros radicado en Nueva York pedían inexorablemente el pago de estas cantidades hasta el último centavo.

La doble carga compuesta por las indemnizaciones debidas por Alemania y las deudas de los así llamados “vencedores”, es decir, lo debido por Francia, Italia, Bélgica etc. a Ingaterra y a los EEUU, y así mismo, lo que Inglaterra le debía a los EEUU, dominaron la política monetaria desde el año 1919 hasta la crisis de 1929. Los pagos anuales de las deudas de guerra representaban más que la totalidad del comercio exterior de los EEUU en los años veinte. Con el apoyo de Montaque Norman, Gobernador del Banco de Inglaterra, y de Benjamín Strong, Gobernador de la Reserva Federal de Nueva York, el grupo bancario privado e internacional de la Casa Morgan controló las enormes transferencias de capital, organizando los pagos de esta confusa, pero para ellos inmensamente provechosa carga deudora.

En noviembre de 1923, la recuperación de las cantidades adeudadas, según lo dispuesto por Versalles, procedía a la entera satisfacción de los bancos internacionales. Como consecuencia de la ocupación militar francesa de las minas de carbón y de las fundiciones de hierro instaladas en la cuenca del Rhur, y la tremenda devaluación del marco alemán, los banqueros internacionales decidieron una vez más reorganizar la situación. Negaron el control gubernamental de estos asuntos, poniendo a disposición de los bancos privados y centrales la cuestión de la deuda y su pago. Estos bancos se reducían al siguiente triunvirato: Morgan, Benjamin Strong de la Reserva Federal de Nueva York y su intimo amigo, Montagu Norman del Banco de Inglaterra. Como ya hemos explicado, la Reserva Federal de Nueva York, el Banco de Inglaterra, al igual que el original Banco de Francia, eran bancos privados y no organizaciones gubernamentales. Fueron estos dos bancos privados y sus propietarios quienes tomaron las vitales decisiones que definieron los años veinte.

Esta situación fue directamente concebida por ese pequeño grupo formado por Mantagu Norman, Strong y su círculo de banqueros privados de Londres y Nueva York, conectados con el grupo Morgan y los Rockefeller. Con el poderoso apoyo de estos dos enormes poderes, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, el grupo Morgan y el cartel de la Reserva Federal comenzaron en los años veinte a hacerse los amos de naciones enteras, controlándolas, igual que antes había controlado las líneas de ferrocarriles. El poder había pasado de la esfera política y sus instituciones, a la esfera económica y sus instituciones bancarias y bursátiles. Había comenzado la esclavitud moderna.

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