Caractrísticas del Imperio
Al momento de su disolución, tenía una extensión de 675.936 kilómetros cuadrados y contaba con cincuenta y dos millones, ochocientos mil habitantes. Además era la 6ª potencia mundial por su PIB, su producción industrial y su comercio exterior, destacándose especialmente por su prestigio cultural, artístico e intelectual. Aún hoy, si se viaja por los nuevos países que se han formado luego del aniquilamiento del Imperio, se nota la belleza de la arquitectura, el arte, los teatros y los museos que quedaron como bella herencia.
Este Imperio comprendía los actuales estados de Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Bosnia Herzegovina. Además, poseía las regiones de Voivodina y el Banato Occidental en Serbia, Boca de Kotor en Montenegro, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania, el Banato Oriental y Bucovina en Rumanía, la parte occidental de Galitzia y Silesia en Polonia y la parte oriental de Galitzia y la Rutenia Transcarpática en Ucrania. Dotó de estabilidad a una zona europea en la que la pluralidad de identidades, con mucha probabilidad, amenazaba por saltar por los aires y crear muchos conflictos y tensiones (fue exactamente lo que sucedió en cuanto se destruyó el Imperio).
El reino de Hungría había sido anexado definitivamente por la dinastía Habsburgo en 1691 (expulsando a los turcos de todo el territorio). El sentimiento nacionalista húngaro siempre existió y hubo algunas revueltas, la más importante fue la de 1848, que las tropas de los Habsburgo aplastaron con inusitada fuerza. Sin embargo, luego de la derrota de los ejércitos austríacos a manos del reino de Prusia, Austría quedó en un estado de debilidad idóneo para las aspiraciones autonomistas húngaras y los dignatarios de ese reino le enviaron al emperador Francisco José una comitiva encabezada por Francisco Déak, la cual exigió el establecimiento de un Parlamento en Hungría, junto a mayor libertad y un marco de autonomía.
Emperador Francisco José, de Austriahungría |
Finalmente, en 1867, ante la eventualidad de una nueva sublevación húngara, el emperador austríaco firmó el conocido como el Compromiso (el reino de Hungría se encargó de todo su gobierno, excepto la política exterior, el ejército y la hacienda), del cual surgió la monarquía dual austrohúngara. También es necesario aclarar de que el encaje de Hungría en el Imperio era perfecto, pues le resultaba muy ventajoso vender las excedencias de su producción agrícola (sobre todo las cerealeras) en Austría, y además pertenecer al Imperio la protegía de su vecino del este: el Imperio Ruso.
Este pacto funcionó hasta la disolución del Imperio, luego de que fuera derrotado en la Primera Guerra Mundial. La composición étnica en este momento en la parte austríaca, era la siguiente: 35 % de alemanes, 23 % de checos, 17 % de polacos, 12 % de rutenos y el resto de otros grupos menores (serbios, croatas, italianos y eslovenos). Mientras que la composición húngara era la siguiente: 54 % de magiares, 16 % de rumanos, 10,7 de eslovacos, 10,3 de alemanes y el resto de otros grupos menores.
Al calor de la guerra ruso-turca de 1877, el Imperio se expandió por la península balcánica, pasando a administrar Bosnia Herzegovina, esto la enfrentó con Rusia y la acercó a Alemania, que de enemigo pasó a ser garante de los Habsburgo. En 1908, el emperador Francisco José decidió anexarse definitivamente este territorio, lo que le enfrentó al naciente reino de Serbia y a Italia, que si bien era un aliado, tampoco le interesaba que se modificase el “status quo” en los Balcanes. Durante las Guerras Balcánicas (1912-1913) la relaciones con Serbia se deterioraron aún más (porque Austriahungría propició la creación de Albania que era un territorio ambicionado por Serbia), recordemos que en esta guerra se enfrentaron el Imperio Otomano contra la Liga de los Balcanes, formada por Bulgaria, Montenegro, Grecia y Serbia.
Importancia cultural y económica del Imperio
La disolución del Imperio no fue por causas económicas, ya hemos indicado de que era la 6ª potencia mundial en cuanto a producto bruto, producción industrial y comercio exterior, además había tenido un crecimiento económico continuado en las décadas que mediaron entre 1880 y 1914. Después del Compromiso de 1867, se extendió la industrialización hacia el este y hubo una reducción de las importantes diferencias económicas de las distintas regiones. También hay que destacar la propagación del ferrocarril por todo el Imperio y, como dato anecdótico, reseñamos que ya en el año de 1896 se construyó una red de metro en Budapest.
Fachada del edificio de la Ópera de viena |
En cuanto al aspecto cultural, cabe destacar que la emperatriz María Tesera I de Austria había instiuído el “Reglamento General de Escuelas” en 1774, creando el sistema educativo austriaco, que se convirtío en un modelo a seguir para otras naciones. La educación obligatoria desde los ocho años de edad se introdujo en 1869, siendo también este reino un pionero en la educación universal. Además la mejor música del mundo se produjo entre sus fronteras. Las más avanzadas ideas filosóficas y sociológicas de la época se cocieron entre los límites de este venturoso imperio. En definitiva, el Imperio Austrohúngaro se constituyó en un centro neurálgico de la cultura europea, como foco de las vanguardias artísticas y científicas de su tiempo.
El período del Imperio Autrohúngaro fue la época dorada de Viena, que llegó a ser una de las ciudades más importantes del mundo (en esos cincuenta años se consideraba la capital del globo terráqueo). Las otras ciudades importantes del Imperio eran Budapest y Praga. Las tres eran de las más importantes ciudades del mundo y entre las tres se aunaba el poder político, industrial y cultural del Imperio. Viena, al principio de la Primera Guerra Mundial, tenía unos dos millones de habitantes y era la cuarta ciudad más grande de la tierra y una de las que tenía más poder.
Forma de gobierno
Austria y Hungría mantenían dos parlamentos separados, con sedes en Viena y Budapest respectivamente, y cada uno con su propio primer ministro. De la coordinación de estos dos gobiernos se encargaba el Gobierno del Emperador, dotado en teoría de un poder absoluto, pero limitado en la práctica. Había un Consejo de Ministros común formado por los dos Primeros Ministros, el Ministro Imperial de Asuntos Exteriores, el Jefe del Estado Mayor Imperial, el Ministro de Finanzas, algunos archiduques y el Emperador, que se encargaba del gobierno de las responsabilidades comunes (finanzas, defensa y política exterior). En cualquier caso, el Emperador tenía la decisión final en temas de defensa y relaciones exteriores. En ambos territorios, algunas regiones, como Galitzia-Lodomeria en Austria, o Croacia-Eslovenia en Hungría, tenían un régimen autónomo de autogobierno.
Ejército Astrohúngaro |
Respecto a la participación de la población en el gobierno del Imperio, Austria propició un régimen parlamentario a partir de las reformas de 1860, 1862 y 1867, que reconocieron la libertad religiosa, de pensamiento y de asociación. Además, el parlamento bicameral era elgido por la gente y a partir de 1907 se concedió el sufragio universal.
En cambio, Hungría mantuvo una rígida política centralista, la extensa Nobleza húngara consiguió retener en sus manos los poderes ejecutivo y legislativo gracias a un sufragio censitario muy restrictivo y a un fuerte autoritarismo. Quedando unas minorías (eslovacos, serbios y rumanos) sujetas a la autoridad de Budapest, exceptuando de estas políticas a las minorías germánicas y croatas (que estaban protegidos expresamente por el compromiso de 1867).
En definitiva, los ricos terratenientes húngaros tenían una posición muy aventajada respeto de los labradores de otras nacionalidades, generándose un sentimiento de resentimiento de estos pueblos eslavos. Como dato curioso, el Emperador recibía durante un día a a semana a cualquier habitante del Imperio que lo solicitase. Se sabe que Francisco I recibió en sus más de sesenta años de reinado a más de 250.000 personas.
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